Wandering Aimlessly [Bella]
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Rol Twilight :: Forks :: Bosque :: Prado
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Wandering Aimlessly [Bella]
¿Cuanto tiempo tenía ya que estaba en Forks? ya había perdido la cuenta de ello, antes contaba los días, las horas, meses, pero ya ahora eso estaba por demás, Forks se había vuelto mi hogar, había conocido a personas que se habían ganado mi confianza y de las cuales yo las de ellos.
Las tardes se me hacían sumamente eternas, válgase a la redondancia de que yo era inmortal y todo era eterno, pero es que eso de no tener que hacer, o bien siempre pensar en un regreso con mi familia, con los que me habían adoptado y me habían aceptado, pero es que sus reglas habían hecho que me fuera de casa, su forma de tratar a los demás, la superioridad con la que trataban a todos, tal vez era diferente, bueno que lo era, comenzando porque era la única vegetariana de la familia, me rehusaba a matar a humanos, beber de su sangre, ¿porqué debían ellos de sufrir lo que nosotros?, yo no había pedido esta vida, no había pedido ser lo que era, y si me había sucedido era por azares del destino, no por deseo mío, y no por ello castigaría y arrebataría la vida de un humanos.
Me tranquilizaba que esos pensamientos solo yo los sabía, si alguno de los Vulturis se llegaran a enterar sería mi fin, mi destierro y tal vez mi muerte, y eso no lo quería, aunque aveces realmente me daba igual, me sentía de ciertas veces una adolescente abandonada, sola, pero era normal, mi verdadera familia hace ml que estaban difuntos, y los que eran mis adoptivos, hmp, ni mencionarlos.
Me salí de mi casa, no quería estar más en ese lugar cuadrado que me encerraba y me asfixiaba, mi mejor amigo, mi confidente, el bosque, en este había descubierto una clase de prado, el cual tenía dos aromas que prominaban en él, vampiros, hmp, tal vez territorio prohibido, pero es que no podía resistir ir allí, me había gustado demaciado, era un lugar tranquilo, donde podía meterme en mis pensamientos, ser simplemente como quería ser.
Antes ya me había alimentado por lo cual estaba satisfecha, mis ojos tenían su color dorado que amaba, jamás iba a permitir que tomarán su tonalidad roja, como la de mis hermanos.
Me senté en un pequeño tronco cuando llegué al prado, sintiendo como la brisa que el aire soplaba movía mis cabellos rubios desacomodándolos un poco, reí de ello, algunas hojas que estab caídas bailaban en un lindo remolino, rozándome los brazos y mejillas causandome algunas cosquillas; me dejé caer de lado sobre el tronco, reposando mi cabeza sobre este, dejando mis piernas colgadas avalanceandolas hacia el frente como columpio, había demaciada tranquilidad, algunos dos que tres pájaros cantando, y otros aromas que no alcanzaba a reconocer, ¿debería alarmarme?, tal vez, aunque yo no era de problemas, pero había gente que sí...
Las tardes se me hacían sumamente eternas, válgase a la redondancia de que yo era inmortal y todo era eterno, pero es que eso de no tener que hacer, o bien siempre pensar en un regreso con mi familia, con los que me habían adoptado y me habían aceptado, pero es que sus reglas habían hecho que me fuera de casa, su forma de tratar a los demás, la superioridad con la que trataban a todos, tal vez era diferente, bueno que lo era, comenzando porque era la única vegetariana de la familia, me rehusaba a matar a humanos, beber de su sangre, ¿porqué debían ellos de sufrir lo que nosotros?, yo no había pedido esta vida, no había pedido ser lo que era, y si me había sucedido era por azares del destino, no por deseo mío, y no por ello castigaría y arrebataría la vida de un humanos.
Me tranquilizaba que esos pensamientos solo yo los sabía, si alguno de los Vulturis se llegaran a enterar sería mi fin, mi destierro y tal vez mi muerte, y eso no lo quería, aunque aveces realmente me daba igual, me sentía de ciertas veces una adolescente abandonada, sola, pero era normal, mi verdadera familia hace ml que estaban difuntos, y los que eran mis adoptivos, hmp, ni mencionarlos.
Me salí de mi casa, no quería estar más en ese lugar cuadrado que me encerraba y me asfixiaba, mi mejor amigo, mi confidente, el bosque, en este había descubierto una clase de prado, el cual tenía dos aromas que prominaban en él, vampiros, hmp, tal vez territorio prohibido, pero es que no podía resistir ir allí, me había gustado demaciado, era un lugar tranquilo, donde podía meterme en mis pensamientos, ser simplemente como quería ser.
Antes ya me había alimentado por lo cual estaba satisfecha, mis ojos tenían su color dorado que amaba, jamás iba a permitir que tomarán su tonalidad roja, como la de mis hermanos.
Me senté en un pequeño tronco cuando llegué al prado, sintiendo como la brisa que el aire soplaba movía mis cabellos rubios desacomodándolos un poco, reí de ello, algunas hojas que estab caídas bailaban en un lindo remolino, rozándome los brazos y mejillas causandome algunas cosquillas; me dejé caer de lado sobre el tronco, reposando mi cabeza sobre este, dejando mis piernas colgadas avalanceandolas hacia el frente como columpio, había demaciada tranquilidad, algunos dos que tres pájaros cantando, y otros aromas que no alcanzaba a reconocer, ¿debería alarmarme?, tal vez, aunque yo no era de problemas, pero había gente que sí...
Re: Wandering Aimlessly [Bella]
Viernes por la tade en Forks. Lluvioso, como siempre. Húmedo como de costumbre.
Daba vueltas por la casa que Edward y yo teníamos apartada cerca de la mansión Cullen en los alrededores del bosque. No había nadie. Supuse rápidamente que Edward había llevado nuevamente a Renesmee a la librería de alguna ciudad vecina como Port Angeles o quizá Seattle. Nuestra hija se había convertido en una deboradora de libros y había que reponer estos con una alta demanda de impaciencia de su parte. Y no podíamos culparla. No podía salir a jugar con otros niños como todos lo hacían. Más que salir de caza con Jacob o con alguno de nosotros...La niña había crecido sin esos "privilegios" de diversión que los niños tienen.
Sabía también, que acercándose al fin de semana, Alice y Rosalie se armaban de sus tarjetas de crédito, infinito parecía por momentos, y de sus autos lujosos para ir de compras, esperando comprar ropa que no usarían, no en Forks, y luego arreglarse exageradamente, para mí gusto.
-Piensa algo rápido, Bella.- Pensé inmediatamente al considerar que en el transcurso de la tarde ellas vendrían por mí. No era la primera vez que hacían algo así; frecuentemente era su víctima para conejillo de indias en pruebas nuevas y de combinación de colores, peinados, etc.
Salí por la parte de atrás de la casa, como si escapara de un enemigo que aún no existía. No hasta que mis hermanas no llegaran a casa.
Escabulliéndome por el bosque, consideré que no era mal momento para un aperitivo ya que, a penas salí de la casa e incluso desde dentro de ella, podía oler varios grupos de alces cercanos.
Saciar la sed era una tarea molesta y culposa, pero con la dieta que llevábamos se hacía casi tan humano como fuera posible.
En un ágil salto, crucé un pequeño riachuelo, y fue entonces cuando una ráfaga de aire puro se adentró en mis pulmonos, acarriando la fragancia de un desconocido. Sin embargo, a pesar de no poder reconocer su identidad, tenía algo que me era exrañamente familiar en su aroma.
Corrí enseguida hacia dónde provenía la pista y allí la ví, de espaldas a mí.
Una joven de cabello platinado sentada casi inocentemente.
-¿Interrumpo?- Pregunté en voz firme y segura a la extraña. Inmortal, sin duda alguna, pensé, pero, ¿Qué hacía en Forks?
Daba vueltas por la casa que Edward y yo teníamos apartada cerca de la mansión Cullen en los alrededores del bosque. No había nadie. Supuse rápidamente que Edward había llevado nuevamente a Renesmee a la librería de alguna ciudad vecina como Port Angeles o quizá Seattle. Nuestra hija se había convertido en una deboradora de libros y había que reponer estos con una alta demanda de impaciencia de su parte. Y no podíamos culparla. No podía salir a jugar con otros niños como todos lo hacían. Más que salir de caza con Jacob o con alguno de nosotros...La niña había crecido sin esos "privilegios" de diversión que los niños tienen.
Sabía también, que acercándose al fin de semana, Alice y Rosalie se armaban de sus tarjetas de crédito, infinito parecía por momentos, y de sus autos lujosos para ir de compras, esperando comprar ropa que no usarían, no en Forks, y luego arreglarse exageradamente, para mí gusto.
-Piensa algo rápido, Bella.- Pensé inmediatamente al considerar que en el transcurso de la tarde ellas vendrían por mí. No era la primera vez que hacían algo así; frecuentemente era su víctima para conejillo de indias en pruebas nuevas y de combinación de colores, peinados, etc.
Salí por la parte de atrás de la casa, como si escapara de un enemigo que aún no existía. No hasta que mis hermanas no llegaran a casa.
Escabulliéndome por el bosque, consideré que no era mal momento para un aperitivo ya que, a penas salí de la casa e incluso desde dentro de ella, podía oler varios grupos de alces cercanos.
Saciar la sed era una tarea molesta y culposa, pero con la dieta que llevábamos se hacía casi tan humano como fuera posible.
En un ágil salto, crucé un pequeño riachuelo, y fue entonces cuando una ráfaga de aire puro se adentró en mis pulmonos, acarriando la fragancia de un desconocido. Sin embargo, a pesar de no poder reconocer su identidad, tenía algo que me era exrañamente familiar en su aroma.
Corrí enseguida hacia dónde provenía la pista y allí la ví, de espaldas a mí.
Una joven de cabello platinado sentada casi inocentemente.
-¿Interrumpo?- Pregunté en voz firme y segura a la extraña. Inmortal, sin duda alguna, pensé, pero, ¿Qué hacía en Forks?
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